La Única fuente parte 4

04/08/2023

 9. Tercera advertencia: La Palabra profética del Señor es inamovible e inmodificable. Por tanto, quien trate de modificarla de alguna manera, lo pagará muy caro: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:18, 19).

10. Primera conclusión: Solamente por el conocimiento y la obediencia a la Palabra de Dios, se puede obtener luz y sabia dirección para transitar día a día y momento a momento de manera segura sobre la tierra: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

11. Segunda conclusión: Predicar sobre la Santa Biblia, es predicar la Palabra viva de Dios, la cual actúa efectiva y positivamente en el oyente, si la recibe como tal, porque la Santa Biblia es básicamente un libro de fe: “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13).

12. Tercera conclusión: Como la Sagrada Escritura de Dios que es, cualquiera de los temas tratados en la Santa Biblia deben ser considerados siempre como inspirados e incuestionables; Por tanto, no pueden ser alterados en manera alguna por acuerdos, concilios o consideraciones humanas de ninguna índole: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8). Porque toda la Palabra escrita de Dios, es el Verbo eterno de Dios hecho carne e historia humana, y el Verbo es Cristo Jesús: “En el principio era el Verbo; y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne…” (Juan 1:1, 14).