El pensamiento de Dios

Lectura semanal

«Así que la fe es por el oír, y el oir, por la palabra de Dios». Romanos 10:17

Acerca del Espiritu Santo

30/06/2025

Su escritura

Sustento sagrado

 A su vez el apóstol Pedro, afirma que fue el Espíritu Santo fue quien inspiró a los escritores bíblicos, para que escribieran solo lo que él les iluminaba y revelaba. “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20, 21).

Las Sagradas Escrituras solo se pueden interpretar correctamente, por la directa iluminación y dirección del Espíritu Santo: “Como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni  oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que  Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. …así, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas con sabiduría humana, si no con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:9-13). Y Dios mismo exhorta: “Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi Espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras” (Proverbios 1:23).

Las Sagradas Escrituras se pueden aplicar cabalmente solo por el poder del Espíritu Santo, como el mismo Jesús lo experimentó y ratificó; porque él se santificó permanentemente por la inaplazable obediencia a la dirección del Espíritu Santo: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo… Entonces Jesús le dijo: Vete satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:1, 10, 11). Y al final, Jesús oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Juan 17:17-19). Entonces, es por el Espíritu de Verdad que nos podemos santificar a través de la obediencia, ya que el Espíritu es el autor mismo de esa Verdad revelada.

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